MIGUEL GRANADOS. «LA MÚSICA. MI MÚSICA. NUESTRA MÚSICA».

Por Miguel Granados.

LA MÚSICA. MI MÚSICA. NUESTRA MÚSICA.

Para mí la MÚSICA, y escribo MÚSICA, y digo MÚSICA en mayúscula por lo que abarca, por la importancia que tiene en mi vida, quizá en nuestras vidas,  por lo grandiosa y maravillosa que es. Como digo, para mí, es uno de los medios de comunicación que trasmite más emociones en el ser humano en todas las civilizaciones, que acumula gran cantidad de sensaciones que nos hacen vivir, revivir y sentir.

Ya desde pequeño, (y ya tengo cierta edad), era absorbido por los sonidos que emitían esos grandes aparatos de radio que teníamos en nuestras casas, con esas canciones de los ídolos de la copla que triunfaban en esos momentos en nuestro país, Antonio Molina, Juanito Valderrama, el popular Manolo Escobar, el emocionante dramatismo de doña Concha Piquer o Marifé de Triana, que servían de mensajeros entre parejas de enamorados o de añoranza y recuerdo del padre que tuvo que emigrar, o para felicitar los cumpleaños de nuestra gente más cercana. Mantenemos en nuestra memoria esas canciones que todos aprendíamos de tanto escucharlas, y que nos llevan a visualizar a todos y cada uno de los que formábamos nuestra familia reunidos en la cocina en torno a esas melodías.

Más adelante íbamos descubriendo a los nuevos grupos y cantantes que aparecían con ese frescor de modernismo, con los que saltábamos y nos divertíamos siguiendo el compás de Los Bravos o Los Brincos, Los Mustang o Los Salvajes con sus interpretaciones en castellano de los éxitos de los grandiosos Beatles o Rolling Stones, así como retorciéndonos la cadera con esa jovencita Conchita Velasco que quería ser una chica ye-yé.

En busca de sensaciones más fuertes nos iba inundando la sangre las fuertes vibraciones del Heavy Rock, que con ACDC, con Dire Straits, o Deep Purple y con nuestro Leño y Barón Rojo, hacíamos agitar enérgicamente nuestras largas melenas  trasladándonos un poco más allá, algunos con sustancias impulsoras y otros que con solo el impulso que nos daba la fuerza de esta música teníamos suficiente para sentirnos repletos en plena desinhibición.

Nos llegó la época de rebeldía social, y como no podía ser de otro modo la música también fue un medio de locomoción y de comunicación con los cantautores. Estos músicos que con sus guitarras, nos mostraban de forma serena pero enérgica sus canciones cargadas de contenido social y reivindicativo, el gran Serrat, Víctor Manuel, Aute, así como el no menos grande Paco Ibáñez, y muchos más. Con ellos aprendimos a descubrir la poesía, desde los clásicos como Quevedo y Góngora, a Antonio Machado, García Lorca o Miguel Hernández, así como a Gabriel Celaya y Rafael Alberti, que con la belleza de su obra también nos daban pautas para soñar y reivindicar un mundo mejor. Mencionar también la influencia de algunos de los grandes cantores sudamericanos, como Yupanqui, Mercedes Sosa, Violeta Parra, el gran grupo Quilapayún. Todos ellos nos impulsaron al grito de ¡libertad!, pero de la libertad de verdad, no la de las de cervezas y bocadillo de calamares, a reivindicar salir de la dictadura y la represión que en esos momentos vivíamos en España, a poder expresar nuestras ideas, a asociarnos, a desarrollarnos en la educación y la cultura, a participar democráticamente en las decisiones sobre la forma de vida que queríamos para nuestro país. Esto nos llevó a unos cuantos jóvenes a formar un modesto grupo musical, «Vientos del Pueblo», que aporreando nuestras guitarras queríamos aportar nuestro granito de arena en este movimiento musical y reivindicativo.

Pero la música de todo tipo era recepcionada por mis venas y descubrí el flamenco, me estremecían esas guitarras desgarradoras de Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar o de los Habichuela, que tanto en soledad con su guitarra, como acompañando a los grandes cantaores  que se me iban revelando, Camarón, Morente, Meneses, el siempre reivindicativo Manuel Gerena, y muchos otros, hicieron emocionarme con sus «quejíos» y sus compases armoniosos en los diferentes «palos» que poco a poco fui apreciando de este género musical.

Hubo también otra época en la que disfrutaba escuchando la música melódica de los cantantes franceses como Charles Aznavour, Edith Piaf o Leo Ferré, como de los románticos italianos Iva Zanicchi, Domenico Modugno, Jimmy Fontana con su «mundo» o Albano con su «mañana». Algunas de sus melodías creo que también nos han emocionado y enamorado a muchos.

Otra música que apareció poco a poco y que sigue formando parte de la banda sonora de mi vida es la que podríamos llamar «música negra», el Blues, el Soul, el descubrimiento del Jazz que todo lo envuelve y no puedes parar de seguir su ritmo con el toquecito del pie, adentrándote por sorpresa en sus improvisadas melodías. Otis Redding, Wilson Pickett, Aretha Franklin, Buddy Guy, Luis Armstrong, Ella Fitgerald, Duke Ellington, etc. fueron algunos de mis preferidos. 

Siempre he estado también interesado por la música tradicional y popular de nuestro país a través de grupos como Nuevo Mester de Juglaría o Nuestro pequeño mundo, y como no, con nuestro Aljibe que llevan ya más de treinta años ofreciéndonos con su particular música la forma de vida y de comunicarse las gentes de nuestros pueblos.

Pero me llega el momento de descubrir la «gran música» y sus «grandes creadores». Primero con Vivaldi y sus populares «estaciones», o de Mozart con su también popular 40 sinfonía, o cómo no, Beethoven y su novena. Nos hicieron adentrarnos en esta música y descubrir esta gran belleza, que muchos ignorábamos y éramos remisos en acercarnos a ella, pero que poco a poco he ido aprendiendo a escucharla, a sentirla y a disfrutarla.

En todo mi recorrido por mis apreciaciones musicales, siempre me ha atraído la música de grupo, la música en la que los coros eran una importante aportación para acompañar la melodía, y así llegué a descubrir la «música coral», tanto es así que terminé por formar parte de la agrupación «Coral San Pascual», que suena maravillosamente, dirigido por M. José Sánchez Guzmán, donde he aprendido, estoy aprendiendo, a disfrutar y entender mejor este concepto musical, a descubrir su «magia», y para ser más explícito, me he permitido escribir este poema

LA MAGIA…

Una hoja de papel, y unas líneas con unos signos

que un sensible creador ordenó debidamente,

acompañándolos por unos versos que muestra a sus pies.

Un entusiasta comunicador lo descubre, lo estudia, lo interpreta,

y da sonoridad a esas letras

 trasmitiéndoselo a un grupo humano expectante por aprender.

Subgrupos  aunados por comunes características de proyección sonora,

reciben diferentes sintonías que en un principio pueden resultar extrañas, distantes.

Un poco de paciencia, mucho trabajo y dedicación, van adaptando y moldeando

esos sonidos que poco a poco van resultando más reconocibles, más próximos.

La melodía, la vibración, el eco, el recogimiento, lo exultante, lo profundo,

la pregunta, la respuesta…

LA UNIDAD, EL TODO…

LA MAGIA.

LA MUSICA.

EL CANTO…

LA CORAL.

 He compuesto  un vídeo con este poema y con el fondo musical del Ave verum corpus de Mozart interpretado por la Coral San Pascual, y relatado por Alfonso I. (Expongo la muestra).

https://drive.google.com/file/d/16EJzRS9EieiHIJp5evbxjRrD9hz51O3B/view?usp=drive_link

Con este relato he pretendido exponer lo maravillosamente importante que ha sido, y sigue siendo en mi vida la MÚSICA, y en casi todos sus estilos y formas. He dejado de mencionar a muchos grupos, compositores o cantores  de gran importancia en mis apreciaciones musicales, pero creo que con los mencionados os podéis hacer la idea de las sensaciones y emociones que me han trasmitido cada uno de los conceptos musicales referidos. Seguramente muchos de los que podáis leer este relato os identificaréis con algunas de mis apreciaciones, así como echaréis de menos algunas facetas más, pero lo importante es percibir, sentir y dejarse emocionar por las sensaciones  que a cada uno de nosotros nos trasmite esta maravilla que tantos y tantos creadores nos han regalado.

Miguel Granados.